Fomentar la resiliencia en los niños es algo más que enseñarles habilidades para la vida. Descubramos qué es la resiliencia, cuáles son los factores clave de la misma y cómo los cuatro consejos basados en la ciencia pueden ayudar a criar niños resilientes.
Índice de contenidos
- Qué es la resiliencia
- Factores de resiliencia
- Cómo desarrollar la resiliencia
- Teoría de la resiliencia
Como padres, queremos proteger a nuestros hijos de cualquier daño.
Pero sabemos que no podemos protegerlos de cada
amenaza o desafío que pueda surgir en su camino, ahora o en el futuro.
Así que queremos que nuestros hijos sean capaces de hacer frente
con el estrés y el cambio, para recuperarse de lo que la vida les depare.
En resumen, queremos criar niños resilientes.
Pero, ¿cómo podemos hacerlo? La buena noticia es que
Los investigadores están descubriendo que la resiliencia no es una cualidad innata.
No es una propuesta de «lo tienes o no lo tienes».
Por el contrario, es algo que se construye y refuerza con experiencias vitales concretas.
Qué es la resiliencia
La resiliencia es el proceso de hacer frente a diferentes tipos de estrés y recuperarse de un trauma o adversidad.
Desde la adversidad a una edad temprana o el abuso hasta la muerte de un padre, las relaciones rotas, la pérdida de un ser querido, la pérdida del trabajo, los problemas de salud o las catástrofes naturales, los traumas pueden presentarse de muchas formas. Una persona resiliente puede seguir funcionando e incluso prosperar después.
Las personas resistentes se recuperan más rápido y de forma más completa
de experiencias vitales dolorosas, e incluso puede salir relativamente
salir indemne de las graves dificultades.
Los psicólogos infantiles llevan mucho tiempo fascinados por el hecho de que algunos niños que han sufrido un trauma puedan salir prácticamente indemnes, mientras que otros se desmoronan. Querían saber por qué.
Al principio, los investigadores solían centrarse en identificar factores de riesgo como los rasgos de personalidad y las vulnerabilidades que podrían contribuir a los resultados negativos en los niños1. Sin embargo, investigadores posteriores le dieron la vuelta a este enfoque: en su lugar, empezaron a observar los factores que contribuían a los resultados positivos en los niños de riesgo2.
Llamaron a estos factores «factores de resiliencia» o «factores de protección». Estas son las variables que, cuando están presentes en la vida de un niño, se corresponden con ser más resistente y tener mejores resultados de salud. No sólo eso, sino que parece que se suman: Cuantos más factores de protección estén presentes, más probable será que el niño sea capaz de adaptarse positivamente a las circunstancias difíciles.
Sin embargo, los factores de riesgo también pueden sumarse. Los niños expuestos a seis o más factores de riesgo tienen 2,5 veces más probabilidades de desarrollar trastornos de exteriorización, como trastornos de conducta, delitos violentos y abuso de sustancias. También tienen 1,8 veces más probabilidades de desarrollar trastornos de interiorización, como la depresión y el trastorno de ansiedad2,3.
La resiliencia es esencialmente la acumulación de factores de protección frente a los factores de riesgo. Piensa en ello como en una escala: apila los factores de protección en un lado y los de riesgo en el otro.
Los niños se vuelven resistentes cuando el efecto de los factores de protección es mayor que el de los factores de riesgo. Esto significa que los niños con una historia de adversidad significativa pueden necesitar muchos más factores positivos para inclinar la balanza y convertirse en resilientes.
Factores de resiliencia
Entonces, ¿cuáles son esos factores de protección que pueden ayudar a los niños a adaptarse y hacer frente a la adversidad?
Los investigadores han identificado numerosos factores que agrupan en tres categorías generales: familia, individuo y comunidad. Se refieren a diferentes temas, pero hay un tema recurrente que se repite en muchos de estos factores: la conexión con personas de apoyo.
De hecho, seis décadas de investigación indican que la capacidad de recuperación de un niño depende principalmente de sus conexiones con otras personas, más que de sus propias cualidades inherentes4.
Veamos estas tres categorías de factores de protección, y luego discutiremos cómo promoverlos en nuestros hijos5.
Factores familiares:
- Buena crianza de los hijos (más adelante)
- Poco estrés en la familia
- Buena salud mental de los padres
- Ausencia de alcoholismo, abuso de sustancias, etc.
Factores individuales:
- Regulación emocional.
- Percepción de control y capacidad de influir en la propia vida
- Autoestima y autoeficacia
- Capacidad de soñar o tener un sentido de la vida
- Habilidades sociales y de comunicación
- Empatía
- Sentido del humor
- Bienestar físico
- Mayor capacidad intelectual y habilidades cognitivas
- Género: Las niñas tienden a ser más resistentes que los niños
- Carácter fácil
- Genes favorables
- Situación socioeconómica favorable
Factores comunitarios:
- Participación de la familia ampliada de apoyo.
- Una estrecha relación con un mentor
- Experiencias escolares positivas
- Barrio seguro
- Comunidad densa
- Apoyo social
- Forma parte de una comunidad religiosa o de fe
- Actividades extracurriculares
4 Estrategias con base científica para fomentar la resiliencia en los niños
Teniendo en cuenta esta comprensión de los factores de protección, podemos elaborar estrategias específicas para ayudar a construirlos en nuestros hijos.
Aunque algunos de estos factores no pueden cambiarse, como la composición genética de cada niño o su sexo, hay muchos más factores que podemos proporcionar o apoyar activamente.
He aquí cuatro estrategias de probada eficacia para educar a los niños con capacidad de recuperación:
1. Proporcionar
Una crianza cálida, receptiva y solidaria
El factor más común en el desarrollo de la resiliencia es tener al menos una relación cercana y positiva con un padre u otro cuidador adulto que sea cálido, receptivo y que le brinde apoyo.
Además, cuando los padres establecen relaciones positivas entre padres e hijos, pueden enseñarles e inculcarles muchos más factores de protección.
Los padres pueden construir esta relación positiva a través de lo que los expertos en desarrollo infantil llaman crianza autorizada. Este estilo de crianza se caracteriza por una gran capacidad de respuesta combinada con altas expectativas.
Los padres autoritarios son cálidos y responden a las emociones de sus hijos, facilitando el desarrollo de la regulación emocional, un importante factor de protección. También permiten y fomentan la autonomía, dando a sus hijos una sensación de control sobre sus propias vidas, otro factor importante.
La crianza autorizada también promueve otras valiosas
factores como la autoestima, la competencia social y las habilidades de comunicación.
Por otro lado, la crianza cariñosa y dura no favorece estos factores de protección y es menos probable que produzca niños fuertemente resilientes.
2. Aprender a resolver los problemas y a afrontarlos
Enseñar directamente habilidades de afrontamiento puede ayudar a criar niños resistentes.
Los mecanismos de afrontamiento no sólo son útiles para hacer frente a dificultades graves, sino también para afrontar los retos y las transiciones cotidianas. Así, los padres pueden ver los cambios o dificultades ordinarias como oportunidades para inculcar estas habilidades.
Además, al aprender a afrontar positivamente los cambios en su vida diaria, los niños pueden construir un sentido de autoestima y de control percibido que los llevará a través de futuros desafíos.
Las habilidades de afrontamiento positivas incluyen:
- Resolución de problemas
- Capacidad de hacer planes realistas
- Revalorización positiva de las situaciones
- Voluntario
- Ejercicio regular
- Actividades extraescolares y de grupo
3. Trabajando
Hacia un entorno sano y estable
Los padres también pueden ayudar a sus hijos a ser resilientes trabajando para crear un entorno familiar, escolar y social positivo.
Buscar ayuda para los problemas de salud mental o matrimoniales, encontrar formas de ser más resistentes nosotros mismos y modelar estrategias de afrontamiento son formas en las que los padres podemos mejorar nuestro entorno familiar.
Al mismo tiempo, los padres pueden implicarse en la escuela de su
y trabajar con los profesores para garantizar una experiencia escolar positiva.
Y, por último, pueden ayudar a sus hijos a desarrollar
redes sociales positivas, y mantenerlos alejados de los compañeros que son un
influencia perjudicial.
4. 4. No lo hagas
no te preocupes por las cosas pequeñas
Esforzarnos por crear un entorno positivo y saludable para nuestros hijos, pero no mantenerlos en una burbuja.
No podemos mantener un hogar perfecto, ni proteger a nuestros hijos de todo tipo de estrés escolar y social.
Y la buena noticia es que nosotros tampoco tenemos que hacerlo.
Y es que no todo el estrés es perjudicial para los niños. De hecho, los niños necesitan el estrés para crear tolerancia. La exposición gradual al estrés -en niveles manejables- puede ayudarles a desarrollar estrategias de afrontamiento para ser resistentes. Los psicólogos llaman a esto eustress O el estrés positivo porque puede promover el crecimiento de las habilidades de afrontamiento.
Pero hay una advertencia importante: La ayuda de un adulto de apoyo es crucial para afrontar el estrés y convertir así la exposición al estrés en resiliencia constructor.
Relacionado: Resiliencia – Estrategias para recablear un cerebro adulto
Teoría de la resiliencia: es un proceso.
Abundan las historias de personas que han superado grandes adversidades o se han recuperado de experiencias horribles, para florecer y prosperar.
Sería fácil pensar que hace falta algo extraordinario para prosperar contra viento y marea. Pero en realidad, lo que necesitamos para desarrollar la resiliencia es algo tan sencillo y ordinario como las conexiones y el apoyo cotidianos.
La experta Ann S. Masten ha descubierto que la resiliencia, lejos de ser excepcional, es en realidad bastante ordinaria. Ella lo llama la «magia ordinaria «6.
El cerebro humano es maleable. Esta maleabilidad o «plasticidad» es mayor en la primera infancia. Así que cuanto antes empecemos a fortalecer la capacidad de nuestros hijos para soportar el estrés, mejor. Aunque es posible, es mucho más difícil recablear nuestro cerebro a medida que envejecemos.
Es importante recordar que la resiliencia es un proceso continuo, no un punto fijo ni un objetivo final7.
A partir de la teoría de la resiliencia, el marco conceptual que utilizan los psicólogos para entender cómo funciona la resiliencia, sabemos que fluctúa a lo largo del tiempo y de las circunstancias. Un niño puede tener dificultades en un ámbito pero adaptarse bien en otro. El niño también puede ser más o menos resistente en diferentes momentos2,8.
Reflexiones finales sobre la resiliencia en los niños
El fortalecimiento de los factores de protección y el fomento de la resiliencia forman parte del proceso. Los padres desempeñan un papel muy importante a la hora de ayudar a nuestros hijos a aprender a adaptarse a cualquier cosa que se les presente.