Ayudamos a su hijo a afrontar la ansiedad situacional

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Ayudamos a un niño con ansiedad situacional

En los niños de cualquier edad, la ansiedad puede aparecer sin previo aviso. Los niños suelen experimentar síntomas de ansiedad cuando se encuentran en situaciones nuevas, cuando percibes un dolor potencial o cuando tu hijo tiene miedo de separarse de ti. Las visitas rutinarias al médico, la deserción escolar u otros cambios en la rutina diaria de su hijo pueden causar sentimientos de ansiedad. A pesar de sus mejores esfuerzos para preparar a su hijo para una nueva situación, es posible que aún experimente ansiedad leve, moderada o incluso severa en estas circunstancias. Cada niño mostrará signos de ansiedad de diversas formas, pero los síntomas típicos incluyen cambios en los niveles de actividad, palmas sudorosas, piernas débiles, dolor abdominal, dolores de cabeza o señales de comportamiento como llorar, morderse las uñas, tirarse del cabello o golpearse la cabeza. Independientemente de la situación que desencadenó la ansiedad de su hijo, existen estrategias que pueden ayudarlo a superar este sentimiento y prevenir episodios futuros.

El primer paso para lidiar con la ansiedad de su hijo es ayudarlo a notar cambios en su cuerpo y comportamiento. Muéstrele a su hijo el comportamiento que observa lo más amablemente posible y pregúntele si él también lo nota. Por ejemplo, si su hijo comienza a morderse las uñas cuando está nervioso, pruebe con la siguiente oración: “Veo que se está mordiendo las uñas en este momento. ¿Lo has notado? «Al ayudarlos a comportarse de manera neutral, los ayudas a prestar atención a la forma en que sus cuerpos responden al estrés. Si bien puedes sentirte frustrado por sus acciones, evita disciplinar a tu hijo, ya que esto puede causar sentimientos de vergüenza que puede reforzar los comportamientos relacionados con la ansiedad.

Además, ayude a su hijo a comprender que los sentimientos de ansiedad son normales y que el comportamiento o el estado de ánimo de cada persona cambia a medida que se siente. Explíquele a su hijo para que comprenda cómo las situaciones incómodas pueden causar estrés y ansiedad y que estos sentimientos pueden hacer que nos duela la cabeza y el cuerpo. Explique que todos (incluido usted) a veces se sienten estresados ​​y ansiosos y que todos se sienten diferentes. Por ejemplo, puede intentar decir lo siguiente: “Tampoco me gusta tener que hablar con gente nueva. A veces, cuando estoy nervioso por eso, me sudan mucho las manos y los pies ”. Ayude a su hijo a comprender que no hay nada de malo en sentirse ansioso; es solo la forma en que nuestro cuerpo nos muestra que se siente incómodo.

Una vez que haya ayudado a su hijo a reconocer la ansiedad y normalizado este sentimiento, ahora puede ayudar a su hijo a relajarse. Su primer paso es hablar con su hijo sobre lo que lo pone ansioso acerca de la situación y tratar de aliviar estas preocupaciones verbalmente si es posible. Por ejemplo, su hijo puede estar extremadamente molesto en la sala de espera del médico por temor a recibir una inyección, por ser tocado por un estetoscopio frío o por temor a su peso. Hablar con su hijo sobre lo que le molesta no solo le explicará cuál es el problema real, sino que también le dará la oportunidad de brindarle información precisa sobre lo que puede esperar. Si su hijo continúa teniendo síntomas de ansiedad, use una técnica de reducción del estrés para ayudar a aliviar sus sentimientos. Algunos de los métodos más efectivos para los niños incluyen ejercicios de respiración, imágenes controladas y calmar la presencia física de los padres.

Como último recurso, puede que sea necesario dejar la situación estresante y volver a intentarlo. Si su hijo grita en estado tántrico o muestra signos de un ataque de pánico, es mejor llevarlo a un lugar donde se sienta seguro. No fuerce a su hijo a hacer algo que lo asuste innecesariamente. Un niño que tiene miedo a las alturas no debe verse obligado a mirar por encima del borde de una estructura alta; un niño que teme a los payasos no debe ser persuadido para que se haga fotos con ellos. Los niños que experimentan este tipo de intervenciones forzadas tienen más probabilidades de desarrollar fobias y resentimientos arraigados. En su lugar, anime a su hijo a dar pequeños pasos para superar su ansiedad situacional con el tiempo.

Si la ansiedad de su hijo se vuelve tan perturbadora que no puede participar en las actividades apropiadas y necesarias, o si es tan crónica que le impide llevar una vida social saludable, consulte al pediatra de su hijo para que le aconseje. Los signos de que es posible que desee buscar ayuda profesional incluyen la negativa de su hijo a ir a la escuela, la incapacidad de mantener hábitos de sueño saludables, cambios anormales en el apetito (como atracones o negarse a comer), el uso de sustancias como mecanismo de afrontamiento o cambios en funcionamiento mental.

Como padre, usted tiene la mayor influencia en la capacidad de su hijo para hacer frente a la ansiedad. Al proporcionarle a su hijo un lenguaje para indicar este sentimiento, normalizarlo y proporcionarle técnicas de relajación, fortalece la resistencia de su hijo a futuros eventos estresantes.

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